
El uso de materiales por parte de la economía española volvió a crecer con fuerza durante 2024. Así lo reflejan los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el avance de la Cuenta de Flujos de Materiales, que sitúan el consumo nacional de materiales en 442,6 millones de toneladas, un 6,0% más que en el ejercicio anterior. Este indicador, que excluye el aire y el agua, contabiliza la cantidad anual de materiales sólidos, líquidos y gaseosos utilizados directamente en la actividad económica del país.
Repunte del uso de recursos en un contexto de recuperación productiva
El incremento registrado en 2024 consolida la tendencia ascendente iniciada tras la pandemia y evidencia el dinamismo de distintos sectores productivos, especialmente los vinculados a la construcción y al sector agrario. El INE señala que la extracción nacional de materiales, que representa el 84% del total, creció un 7,0%, hasta alcanzar los 372,0 millones de toneladas. Este aumento fue decisivo para impulsar el consumo global.
Dentro de esta extracción, destacan dos grandes grupos de materiales:
- Minerales no metálicos, con 226,3 millones de toneladas, entre los que predominan piedra caliza, yeso, arena y grava. Su volumen creció un 2,9%.
- Biomasa, con 126,1 millones de toneladas, impulsada por una cosecha más abundante, que elevó su producción un notable 20,7%.
Los datos, que pueden visualizarse en los gráficos incluidos en el informe, muestran claramente el peso de estos dos grupos, que juntos representan más del 94% de toda la extracción interna.

Aumento del consumo por habitante y retroceso de la productividad material
El incremento del uso de materiales también se reflejó a nivel individual. El consumo por habitante subió un 4,9%, hasta alcanzar 9,1 toneladas por persona. Se trata de una ratio que, según el INE, está directamente vinculada a la actividad económica y al dinamismo de sectores como la construcción, la industria manufacturera y el transporte.
En contrapartida, la productividad de materiales, que mide cuántos euros de PIB se generan por cada tonelada de material consumido, se redujo un 2,4%, situándose en 3.068,7 euros por tonelada. Este descenso indica que, aunque la economía creció, lo hizo a un ritmo inferior al del uso de recursos, una tendencia que plantea desafíos en materia de eficiencia y sostenibilidad.
Por otro lado, el comercio internacional modera el crecimiento, pero sigue siendo decisivo. El balance comercial físico —diferencia entre importaciones y exportaciones en toneladas— ascendió a 70,6 millones de toneladas, ligeramente superior al del año anterior (1,0%). Las importaciones totalizaron 247,2 millones de toneladas, mientras que las exportaciones se situaron en 176,6 millones.
El documento muestra también que los combustibles fósiles siguen siendo el componente más determinante del comercio exterior, representando el 47,8% de las importaciones y manteniendo el balance físico más positivo (69,9 millones de toneladas). En el lado contrario, los minerales no metálicos registraron el saldo más negativo (-24,4 millones), reflejando la importancia de estos materiales para el sector de la construcción y otras industrias nacionales.
El informe también revela que la economía española incrementó su acumulación neta de materiales, es decir, la cantidad que permanece en infraestructuras, edificios, maquinaria o bienes duraderos. En 2024 se incorporaron 236,5 millones de toneladas, un 9,2% más, lo que supone 4,8 toneladas por habitante. Según el documento esta tendencia ascendente está estrechamente asociada a la expansión de la actividad constructiva y a la renovación de equipamientos productivos.
Un avance que plantea retos de sostenibilidad
Aunque los datos muestran que la economía española continúa creciendo y consolidando su recuperación, el incremento del consumo de materiales viene acompañado de un descenso en la productividad y de un mayor impacto ambiental. El output procesado hacia la naturaleza, fundamentalmente emisiones, ascendió a 288,9 millones de toneladas, un 0,2% más que en 2023, siendo los gases de efecto invernadero los más representativos (90,7%).
La combinación de mayor extracción, elevado consumo y menor ecoeficiencia plantea desafíos para las políticas ambientales y de transición ecológica, sobre todo en un contexto europeo en el que la economía circular y el uso eficiente de recursos se han convertido en prioridades estratégicas.
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